El concepto que aquí se plasma es
una definición, no definitiva sino pensada y sentida como puente, como bisagra
entre la práctica y la necesidad de comunicar un camino en el que la disciplina
se transforma.
La
práctica deja de ser sólo eso y se encuentra con el llamado hacia un
encuentro con uno mismo desde el cuerpo físico. Se puede decir que es la
propuesta para el momento personal al que luego de extensas prácticas conducen
a la persona que realiza yoga “dar una vuelta hacia lo propio”.
Este punto de encuentro, esta
instancia, que puede nacer como un camino personal (que es el propio como profesora)
se construye como búsqueda exploratoria
que vincula la práctica con lo interno; ahondar en las asanas y que ésta
profundización implique soltar, tanto las asanas como los objetivos. Éste
último “soltar objetivos” sería un punto de diferenciación con la práctica como
se la conoce .
En este proceso aparece la falta,
ya que en ese instante en el que la práctica deja de llenarlo todo, la falta es
el punto de inicio, es el comienzo, es la búsqueda. De este modo el vacío es el
todo, y el camino se explora con el cuerpo en la asana, así es que el soltar la
asana, el soltar el objetivo en la práctica o realización es un permanecer en
ella. Pareciera de este modo un espiral que se retroalimenta y genera aún mas
vida.
En un intento de comunicar el
concepto entendiendo que el lenguaje escrito puede ser limitado ante los
inmensos y profundos procesos que genera la práctica del Yoga, se puede decir
que Yoga
de Conciencia nace a partir de un acto exploratorio interno en el que
el diálogo se genera “de uno mismo hacia uno mismo” con un puente, las asanas.
Dar un giro en la práctica como
profesional del Yoga nació entonces a partir del reencuentro con lo propio
interno. La exploración es el camino que conecta a uno mismo a través de las
asanas redescubriendo nuevos espacios internos.
María Eugenia Brie
Profesora de Yoga
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