El espacio del Laboratorio de Yoga se propone como una
instancia en la que es posible ampliar nuestra práctica a través de un
encuentro grupal reducido de no más de ocho personas.
Estas dos horas de yoga posibilitan la extensión de la
habitual hora de práctica. A su vez, esta extensión real posibilita una
permanencia aún mayor en la práctica de la diferentes asanas. Las dos horas
favorecen a la observación pausada de nuestro organismo. Y es esta observación,
posible sólo desde la pausa, la que agudiza nuestra percepción profunda,
nuestra escucha profunda de cada movimiento.
Puesto que es la pausa la condición primera para iniciar en
esta metodología que se aplica en el yoga, extender la hora de práctica a dos
horas intensivas posibilita que se genere una aprehensión de la experiencia a
partir de una permanencia en cada postura de forma extendida.
El laboratorio además, nos coloca en una situación de grupo por lo que la observación se ve extendida
en la interrelación de todos los participantes. Esto genera una
retroalimentación que funciona como una especie de “reproducción” si se quiere
decir de algún modo, cuál máquina de video, pero a través de la mirada de otro
ser humano, con un cuerpo que también permanece en la práctica de esa postura.
La puesta en común va disparando así , sensaciones,
vivencias, observaciones propias y ajenas que nutren lo que en la práctica
individual no es posible.
Es así el Laboratorio una extensión física de una clase pero
intensiva en tanto “permanencia” del cuerpo en una asana. Esto regala al cuerpo
mayor flexibilidad, relax y puentes de trascendencia para mejorar
concientemente en la práctica.
María Eugenia Brie
Profesora de Yoga
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